SEÑOR DE LA HUMILDAD

La imagen del Señor de la Humildad nos presenta la iconografía del Ecce-Homo en el misterio coronación de espinas, como narración plástica del pasaje evangélico de Marcos 15, 16-19:

“Los soldados lo llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio; convocan a toda la cohorte. Lo visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas se la ciñen. Y se pusieron a saludarle: ¡Salve rey de los judíos! Y le golpeaban en la cabeza con una caña le escupían y, doblando las rodillas se postraban ante él.”

Es una imagen de talla completa que muestra a Cristo sentado sobre una peña, con las manos cruzadas y maniatadas bajo el pecho. Porta una caña por cetro en su mano derecha y sobre sus sienes corona de espinas. Presenta suave modelado en el tratamiento de la musculatura, en las rodillas y más detallado en las manos. Su espalda, oculta por la clámide, muestra los azotes con heridas sangrantes de patético realismo. El rostro, sereno y resignado, enmarcado por dos mechones de pelo sobre los hombros. Elementos estos que lo acercan a la escuela de los Mora. Mantiene algunas similitudes con el Ecce-Homo que realizara este escultor para la Capilla Real, sobretodo en el modelado. Presenta policromía en semibrillo, propia de la escuela granadina de escultura, con hematomas dispersos por todo el cuerpo, realizados a punta de pincel. El sudario se entona en verde escalfado en oro. Su autoría se mantiene en el anonimato, si bien se ha vinculado su factura a Bernardo de Mora (1614-1684). Por la fecha de entrega al convento, 1689, y los rasgos que presenta, la imagen puede relacionarse de igual modo con sus hijos José y Diego. Fue restaurado en 1995 por Francisco Marín Cruces.

La imagen procede del desamortizado convento de Nuestra Señora de la Victoria, de la rama descalza de la Merced, situado en la calle Molinos. La imagen se cree que llegó el 18 de octubre de 1689, según relata el padre Lachica en su Gazetilla Curiosa del siglo XVIII:

“tráxola a este convento un hombre peregrino, sin saberse quien era éste ni de que parte la traxo. En martes 18 de octubre de 1689 la entregó a dos religiosos y él desapareció, haviéndola estos recibido. Hízose el caso notorio a el pueblo, el que movido de tan singular maravilla, consaró a el Señor varias fiestas y se han logrado muchos beneficios por la devocion a este simulacro[1]”.

En este templo conventual recibió culto bajo la advocación de Humildad y Paciencia. Así reza en la tablilla de indulgencias de 1800 que cuelga en su capilla y que llegó con él a Santo Domingo, tras la Desamortización, muestra de la devoción que suscitaba este divino simulacro. En la misma el obispo de Yucatán concede 300 días de indulgencias plenarias a quienes recen delante de la imagen. En el mismo convento se le erigió una cofradía penitencial en el siglo   . En la iglesia de Santo Domingo, recibe culto en capilla propia, de lo cual tenemos constancia desde 1683.

Cuenta en su ajuar con una clámide en color púrpura bordada en oro y sedas, que luce para cultos y salida procesional, obra de las Madres Dominicas del convento de Santo Domingo. Para capilla luce otra con motivos vegetales pintados sobre fondo rojo. Luce en sus manos caña india natural. En orfebrería cuenta con cinco juegos de potencias, dos de ellos no utilizados debido a su deterioro y a la imposibilidad de adaptación del enganche tras la modificación estructural de la imagen. Usa dos juegos de capilla (unas doradas y otras plateadas) y las de salida en plata sobredorada de hijos de Juan Fernández estrenadas en 2012 . En un principio lucía nimbo y corona de espinas en metal.


[1] LACHIVA BENAVIDES, Fr. Antonio. Gazetilla curiosa o Semanero granadino noticioso y útil para el bien común.

LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Juan Jesús. Entre la narración y el símbolo. Iconografía del Ecce-Homo en la escultura barroca granadina. Boletín de Arte (Málaga), 29 (2008), pp. 85-112.