SOLEDAD DE NUESTRA SEÑORA

La efigie titular mariana es una imagen de talla completa, que representa a María sedente al pie de la cruz, con los brazos extendidos. De su mano derecha pende un sudario que se abre sobre el regazo para acoger los clavos y la corona de espinas; mientras la izquierda se abre compungida como muestra de dolor y resignación. Adelanta la pierna derecha, a la vez que retrae la opuesta, dando así juego a la composición. La cabeza, erguida y levemente ladeada, se encuentra enmarcada por el cabello y toca blanca, todo ello bajo el manto. El rostro es de gran finura y delicada belleza, manifestando los rasgos propios de un dolor contenido, característicos de la escuela barroca granadina de escultura: nariz fina, boca cerrada, ojos grandes, ceño fruncido y cejas enarcadas, acompañados de tres lágrimas. El manto presenta cierto barroquismo en la disposición de los pliegues, algo duros, que sirven para resaltar lo primoroso del rostro y las manos. Los volúmenes de la imagen quedan bien definidos y marcados gracias a la disposición de los paños.

Presenta una policromía sobria, carente de elementos dorados, a base de grandes de color. El rojo de la túnica, envuelto por el azul cobalto del manto. Destaca la diagonal que traza el blanco sudario, salpicado tan sólo por leves toques de sangre.

Le acompaña a los pies un ángel pasionario de bellísima factura. Porta en sus manos las tenazas del descendimiento. Es un conjunto escultórico de dulce emotividad y contenida emoción, compendio de la tradición imaginera granadina y los nuevos parámetros neoclásicos.

Salió de las gubias de Manuel González de los Santos (1765-1844), escultor imaginero granadino. Hijo del también escultor Felipe González, su formación fue ya de carácter académico. La ejecución de la Virgen de la Soledad se data dentro del siglo XIX, si bien las fichas del Museo de Artes y costumbres la ubican concretamente en 1847. A este escultor se le deben obras como la Santísima Trinidad que corona el retablo de San Miguel de la Seo granadina, María Stma. del Sacromonte, dolorosa de la abadía del mismo nombre; la Divina Pastora (Capuchinos de Granada); San Diego de Alcalá de la parroquial de Dúrcal (Granada) y el Buen Pastor de la iglesia de San Francisco de Tarifa (Cádiz). Fue restaurada por Francisco Marín Cruces en 1994.

Son varias las imágenes conocidas, de tamaño inferior al natural, que siguen el modelo de nuestra Soledad de Santo Domingo. La más conocida es la de la Santa Iglesia Catedral, venerada en la capilla de San Miguel hasta su traslado a la sala de canónigos. Realizada por el mismo González, al igual que la que se expone Museo Casa de los Tiros (Granada). Otras representaciones se localizan en el Museo de Bellas Artes (Francisco Morales); Casa-hermandad de la Humildad y colecciones particulares.

De fondo se alza una gran cruz con sudario, arbórea para el paso procesional, y plana policromada a imitación de carey para la capilla. Se toca la imagen con diadema, contando en su ajuar con tres ejemplares.