REFLEXIÓN
EN EL DOMINGO DE PASCUA DE 2020
Hermanos Jesús ha resucitado ¡¡ALELUYA!!
En la noche santa de la Pascua, cuando velábamos a puerta cerrada, no por miedo, sino por generosidad de amor, para cuidaros y porque estamos convencidos de la fuerza del Espíritu comunicado por el Señor Resucitado, cantábamos el pregón Pacual anunciando la Pascua. La victoria de Jesús, el Hijo de Dios, sobre la muerte. Noche gloriosa, sólo ella supo el momento en el que Jesús resucitó de entre los muertos.
Y hoy, con María Magdalena vivimos la experiencia de su Resurrección. Llegamos a un sepulcro vacío y somos sorprendidos por la Palabra del Maestro que nos llama por nuestro nombre y lo hace con tal dulzura y amor, que como María de Magdala, sólo podemos decir: Rabboni. ¡Señor mío… Esposo mío! Porque es la Iglesia la que responde en cada uno y se vuelve confiada a su Señor. Y lo hace para recibir un encargo, el más sublime y glorioso de los encargos: ve y dile a mis hermanos: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro. ¿Puede haber noticia más sorprendente? El Padre del Verbo encarnando, muerto y resucitado es nuestro Padre. El Dios de Jesús glorioso con la gloria que tenía junto a su eterno Padre, es nuestro Dios. ¿Podemos caer en el desaliento?
No lamentéis que tengamos los templos materiales cerrados, porque gracias a Jesús por el Don de su Espíritu, cada uno somos templo en el que Dios habita y allí rendimos el culto que Dios quiere. San Pablo nos lo recuerda: sois templos en los que Dios habita. La Comunión fraterna hace posible, por ser obra del Espíritu, que formemos un templo, en el que cada uno es una piedra viva y del cual Jesús es la piedra angular.
Esta terrible pandemia tiene que tornarse ocasión para purificar nuestro modos de vivir la Fe y de expresarla. Hay que estar agradecidos a Dios que al dar la inteligencia al ser humano lo ha hecho capaz de procurar también medios para comunicarse y hacerlo con imágenes. Pues bien, hemos tenido y tenemos la posibilidad de seguir las celebraciones, no como espectadores, sino como fieles que viven y celebran su fe en comunión con toda la Iglesia.
Comentaba con dos hermanos: mañana a las 12 del mediodía las campanas de Santa Cruz la Real (popularmente Santo Domingo), repicarán a gloria para decirle a todo el Realejo: Jesús ha resucitado y nosotros con él. Y abriendo el correo me encuentro que la Conferencia Episcopal invita a repicar a las 12 en todos los templos, unidos al Papa Francisco en la bendición solemne de Pascua para Roma (Urbe) y para el mundo (Orbe). Y me he llenado de gozo. En ese momento nuestra Parroquia de Santa Escolástica, unida en oración, dirá: Reina del cielo, alégrate, aleluya, porque el que mereciste llevar, aleluya, ha resucitado, aleluya.
Procurad llevar por los medios modernos, una palabra de aliento a los que están solos, para que sepan que no lo están. A vuestras familias nucleares, un abrazo y un beso que nos llegan del amor de Cristo resucitado. Por medio de las vías usuales de comunicación, deciros a unos a otros: alégrate, hermano, goza, confía y espera, que la palabras de Jesús nos falla porque Jesús vive para siempre.
Estoy unido a cada uno y cuando mañana, a las 9.30, celebremos la Eucaristía y Canal Sur la haga llegar a todos los hogares de Andalucía, estaréis presentes en este templo que tan significativo es para vosotros. Volveremos a celebrar juntos físicamente y agradeceremos a Dios que todo en adelante sea mejor, porque hemos aprendido de este terrible momento, que la unidad en el amor es lo que hace grande a la Humanidad y esa es la Humanidad nueva que Jesucristo ha creado por su muerte y resurrección.
Que Dios os bendiga en este Día de Pascua y que la cuarentena se convierta en cincuentena pascual.
Con todo mi afecto.
Fray Antonio Bueno Espinar O.P.
Vuestro Párroco y Consiliario