En este día de Jueves Santo, cuando miramos agradecidos a Jesús, el Maestro, que estando en
medio de nosotros como el que sirve, al que llamamos con verdad porque lo es, Señor y Maestro, se echa
a los pies de cada uno para hacer oficio de siervo, él, el Señor de los Señores. Y cuando asombrado Pedro
ante el Maestro a sus pies, afirma que no le lavará los pies jamás, Jesús le dirá: si no te la vo los pies no
tienes parte conmigo. Y Pedro responderá que no sólo los pies, todo él desea ser lavado.
Jueves Santo del amor que se manifiesta en el servicio. El amor despìerta la inteligencia para
comprender que sólo sirviendo la persona se realiza como tal. Pero hay que abrir los ojos para mirar como
Jesús mira. Una mirada que no juzga ni condena, sino que renueva amando. Jueves del amor fraterno. Del
amor más grande. Porque nos ama Jesús dejándonos un gran mandamiento: amaos como yo os he amado.
Y su amor se queda para siempre en el Sacramento del Amor. La Eucaristía, su presencia viva y
vivificante. Jueves Santo en el que somos alimentados por el mismo Cristo.
Se renueva la memoria de su Pasión, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la
gloria futura. Eso dice Santo Tomás en el oficio compuesto para el Corpus Christi. Hecho alimento para
llenarnos de vida, pasa sostener nuestra andadura, para entender que en esta larga jornada, el Pan que él
nos da es su carne para la vida del mundo. Y el agua, se convierte dentro de nosotros en un surtidor que
salta hasta la vida eterna.
Jueves Santo de 2020, sumidos en la angustia de esta pandemia, pero sin que nuestra fe decaiga.
Seguimos confiando en el que nos da la vida. Servir a nuestros hermanos en esta circunstancia,
quedándonos en casa. Viviendo hacia adentro para misteriosamente comunicar hacia afuera. Un invierno
para crecer hacia adentro, que llegará la primavera para manifestar la vida en hoja, flor y fruto.
Hermanos de la Hermandad Sacramental de la Santa Cena y María Santísima de la Victoria. Alimentados con este Pan del cielo, llevad a todos el consuelo del que se nos da como alimento.
Hermanos del Señor de la Humildad, María Santísima en su Soledad y Dulce Nombre de Jesús.
Considerad qué lecciones de humildad nos ofrece el Jueves Santo.Un sencillo alimento, pan y vino que el
Espíritu hace que sean verdadero Pan de vida y Bebida de Salvación.
Hermanos de Jesús de las Tres Caídas y María Santísima del Rosario en sus Misterios
Dolorosos, no dejéis de mirar al que es Camino, Verdad y Vida. Para recorrer el camino nos ha dejado
también de la mano de su Madre, el Santísimo Rosario. No es un lujo, tampoco cuestión de herencia, sino
que se trata de andar esta vía contemplando los Misterios de Dolor en el dolor de las gentes, que es el
mismo dolor de Cristo.
Y aunque todos caigamos, miremos a Jesús en este Pan de Vida y recordemos: el que me come
vivirá por mi. Y Sostenidos con este alimento, sigamos sirviendo como Jesús a todos nuestros hermanos.
Y al atardecer de la vida, el amor será lo que cuente. Por eso nos mandó el Señor, amar como El
nos amó.
En la celebración de la Cena del Señor, esta tarde en el silencio y la soledad de Santa Cruz la
Real (Santo Domingo-Santa Escolástica), que resuenen los latidos de vuestros corazones en un ardiente
deseo de amar como Jesús nos ha amado.
A todos os recordaré al comenzar el Triduo Sacro desean en el Señor que con los aleluyas de la
Pascua, podamos decirnos en vivo y directo: la Paz contigo.
QUE DIOS OS BENDIGA.
OS DESEA VUESTRO CONSILIARIO Y PÁRROCO.
REZAD POR MI.
Fray Antonio Bueno Espinar O.P.